Sin
respeto no hay amor
Había una vez dos hermanos, ellos
peleaban mucho no se respetaban y la mamá sufría mucho de ver como se
trataban. Ella todas las noches le pedía
a Dios que hiciera sentar cabeza a sus hijos, que el irrespeto era uno de los
pecados más grandes que había. Hasta que
un día su madre se enfermo y los dos hermanos tenían que estar muy unidos, se
dieron cuenta que con respeto podían ser grandes personas, así que perdonaron
todos sus errores y nunca más se volvieron a irrespetar. Su mamá se recuperó y vivieron felices a
pesar de las necesidades y dificultades.
María Valentina Poches Roa.
304 J.M.
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